Buscaba un café el domingo saliendo del Guggenheim: los pocos bares abiertos, estaban llenos.
Encontré éste de casualidad.
Me llamaron la atención los cascos de personas trabajadoras rodeando el techo, las fotos blanco y negro portuaria…
Amaia, quien estaba detrás de la barra, me explicó que éste era un bar de familia, que antiguamente venían los pescadores, y descubrí a quiénes pertenecían los cascos!
Las personas que trabajaban en la construcción del Guggenheim venían a desayunar ahí. Quedaron con tan buen rollo que al terminar, les dejaron los cascos. Aún siguen visitando el bar, señalando cuál fue su casco.
Preservar estas historias de vida pasada, cuando aún Bilbao no era lo que es hoy…me encanta descubrirlo.
Yo sólo buscaba un café y me llevé un tesoro de historia
Diana Fernández Barbero
+5
Un lugar maravilloso, al lado del museo y en una calle tranquila. Viniendo de lejos, lo que más quieres es que te traten como en casa, y aquí lo han hecho. Los platos riquísimos y el ambiente es de lo mas agradable. Nos quedamos con el nombre para volver. Repetiremos seguro!
Un lugar estupendo! Comida genial y el personal es de 10! Hemos podido hablar con ellos un buen rato y nos han recomendado lugares para visitar. Nos llevamos un buen recuerdo 🤩
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